"El secreto está en la pasión"- Sentenció Ro mientras fumaba despreocupadamente. Periko y yo paramos de hablar y la miramos. Silencio. Llevábamos 15 minutos discutiendo en el parking del centro comercial sobre el verdadero final de la película. Y tenía razón, esa era la frase que resume El secreto de sus ojos.
Benjamín Espósito (Ricardo Darin) es un jubilado que alguna vez escuchó eso de que antes de morir hay que "plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro". Optó por lo último. Miró atrás, a sus años trabajando en el juzgado y a un caso de violación y asesinato de una joven que le marcó para siempre. Visita a antiguos protagonistas de la historia y revive a los muertos que entonces no homenajeó, para reconstruir junto al ojo del espectador una vida de pasión frenada.
Campanella (director) danza entre la historia policíaca y la novela amorosa, sin olvidar unos pasos de humor a la izquierda y doble giro costumbrista. La Argentina de los 70 es la pista de baile de esta adaptación del libro de Eduardo Sacheri, La pregunta de sus ojos. En su pasión por la danza, Juan José Campanella salta de atrás a delante en el tiempo y con cámaras subjetivas corre tras el asesino.
La pasión de Espósito no es la escritura, sino los ojos de Irene. La de Irene, su trabajo. Para Sandoval (compañero de trabajo del protagonista) es el alcohol. ¿Y la de Ricardo Morales (viudo de la joven asesinada)? Ella.
¿Pasión u obsesión? Una delgada línea las separa...
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