viernes, 5 de abril de 2013

Yo fui primavera

El miércoles fue un día feo, feo por el tiempo, porque se viene el otoño; y feo porque a veces las obligaciones y dilaciones externas te superan. En ese tipo de días sólo quieres salir corriendo a casa, a algún lugar sagrado (seas o no creyente), para esconderte donde nadie pueda encontrarte. Silencio y calma. Frío, también. Lo que mucha gente busca en una iglesia. Lo que yo encuentro bajo las mantas o en un museo. Lo malo del museo es que no puedes arrancarte la ropa y tirarla al suelo como si fueran despojos. Lo bueno es que, en ese momento de susceptibilidad, el arte puede arroparte o calar en ti de manera aún más profunda que lo habitual.

En mi huida de todos y de nadie me escondí en el Subte (una sala de exposiciones de Montevideo cuya  web no está actualizada). En esta sala suele haber tres exposiciones: la de la sala grande XL (no me interesó), la de un pasillo muy estrecho excavado en la pared XS, y la sala mediana M.


En la sala M hay una muy interesante exposición de Cathy Burghi, una artista uruguaya residente en Francia. Se titula 'Desbordados' y el nombre no podía irle más acorde. Consiste en una escultura blanda, una casita blanca de la que salen como hilos gigantes, espaguetis o gusanos rosados; y una exposición de pequeños cuadritos bordados. No es arte textil, porque los soportes sobre los que se construyen los dibujos no son telas, sino lienzos. En definitiva, son dibujos que podrían estar sobre una carpeta o una libreta privada, solo que el lápiz es, en esta ocasión, hilo. 

Los dibujos comparten con la escultura el uso de colores pasteles y blancos, rosados y algunos rojos. Son colores asociados a lo "femenino", como lo es el acto de bordar y como lo es también el tema de la exposición. Reivindicación o representación, esta es una exposición íntima y honesta, de la intimidad que toma espacios mínimos de lo cotidiano o de aquella que imaginamos porque ni siquiera existe, que se acerca al surrealismo.

El pasillo, la sala XS, es muy difícil de explicar para el que no lo vio, pero debe tener como cinco metros de profundidad y de ancho no caben dos personas. Al final no hay nada, no es un pasillo que conduzca a ninguna lugar, sino que se parece más a una sala de pánico. Siempre me gustó porque no es un lugar para exponer, sino un espacio para intervenir, porque obliga al artista a interactuar con el lugar. Una de las acciones más interesantes que vi ahí fue la que hizo Elián Stolarsky el año pasado. Se llamaba 'Gregorios' y su pequeño gran homenaje a aquellos bichos de La Metamorfosis de Kafka. Stolarsky construyó bichos de lata del tamaño de un gato y los dispuso saliendo del pasillo. Una impresionante instalación que ha repetido en otros escenarios de la que pueden encontrar fotos en su web.

Actualmente en esta sala XS hay una obra realizada por Ana Paula Rial titulada 'El Jardín de Alicia'. Una de las paredes está empapelada con mariposas, animales, flores y tonos pasteles. La autora basa sus motivos directamente de la naturaleza uruguaya. La otra pared tiene un espejo continuo, en lugar del empapelado, algo que sólo descubres cuando entras en la sala, cuando entras te ves reflejado dentro de la obra. Y me gustó, porque en esa sala minúscula, en aquel miércoles de mierda, yo fui primavera.


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