jueves, 15 de marzo de 2012

Historias mínimas: Café o té



Cuando llegaba el té y las tortas las cucharas volaban por la mesa como cuchillos con la hoja dentada. Y con el filo imperfecto destrozaban trozos de pastel de las otras. Todas las cucharas menos una, todos los pasteles profanados menos uno. Mi cuchara y mi trozo aún estaban impolutos. Esperaba a que pasara la vorágine ansiosa y a que todos los labios fruncidos tras las tazas de té miraran mi plato con codicia. Entonces empezaba a comer lentamente, haciendo que disfrutaba como nunca. Nunca les dejé probar mi pastel. Si se lo hubiera permitido entonces habrían notado que el chocolate siempre estaba frío e insípido y el bizcochuelo viejo, y que los frutos rojos dejaban un sabor ácido al final de la lengua porque habían sido recolectados demasiado pronto. Algo ya se había agriado entre nosotros, pero no iba a dejar que la banda de urracas acabara con los despojos. 


*** Las imágenes han sido tomadas en una cafetería montevideana cuya comida es tan exquisita como parece. El texto es ficción, no tiene absolutamente nada que ver con el establecimiento. Si van, recomiendo la torta del día, siempre tienen cosas ricas y variadas.

3 comentarios:

Francisco Fuentes dijo...

Muy bueno.
Un saludo!

Anónimo dijo...

pero cual es el nombre de la confiteria??

Marie... dijo...

Es Adolfo Café :) en Punta Carretas