martes, 16 de agosto de 2011

Cruce de miradas: Picasso y Duncan

El 8 de febrero de 1956 Pablo Ruiz Picasso estaba en la bañera en su casa de Cannes cuando alguien llamó a la puerta. El fotoperiodista David Douglas Duncan esperaba al otro lado con un extraño regalo: un anillo de oro con un gallo picassiano tallado, recomendación de Robert Capa. Jacqueline le dejó entrar más allá de la cocina, hasta el baño, donde el propio Picasso le inquirió: "Ve por tu cámara".


El fotógrafo de guerra y el pintor de batallas se entendieron a la perfección desde el primer cruce de miradas. Picasso en su bañera fue el primer paso a una relación de más de 20 años; y, por eso, es esta imagen también una de las primeras con la que se abre al espectador la muestra "Picasso Crea. A través de la cámara de David Douglas Duncan", en el Museo Picasso de Málaga (España).

La relación entre Picasso y Duncan se basaba en el respeto y la no intromisión. Durante 20 años el fotógrafo se instaló camaleónicamente en la vida del pintor: "No le molestaba ni preguntaba qué hacía. Miraba y disparaba. Sin flash, sin hacer ruido", explica el fotógrafo.

Después de 20 años de amistad, [a Duncan] aún le queda una duda por resolver: "Las jóvenes generaciones quizá piensan que Picasso era misterioso. No lo era en absoluto. Para mí, en cambio, existe un misterio: lo he fotografiado unas veinticinco mil veces. En cada ocasión, parecía completamente normal, semejante a cualquier persona, excepto por los ojos. Se reía, estaba siempre muy atento a lo que decías, se interesaba por ti. Pero en mis encuentros con él nunca llegué a saber en qué pensaba".

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