domingo, 25 de enero de 2009

Enrique, el vendedor de poesías ________________

“Que cara tan seria tienes, niña, sonríe que el mundo es muy triste y tú muy bonita”. Así Enrique se mete en el bolsillo a cada chica del barrio que pasa, la de 20 y la de 65, que ríe por lo bajo y le saluda: “Buenas Enrique, ¿qué tal va la tarde?”. Enrique Pérez es habitual vendedor de poesías de la iglesia de la calle Alfonso VI, en el barrio de La Latina. Cada mañana se levanta a las 7,30 porque tiene un reloj dentro, según él explica a cualquiera que quiera escucharle. Le hace la compra a una familia y ellos le dan un paquete de tabaco, una botella de cerveza y dos euros. Y con la satisfacción del trabajo hecho, se sienta en la puerta de “su casa” a vender poesías.

"Su casa" es la puerta lateral de la iglesia de donde cuelgan perchas con dos abrigos, mantas, un colchón y un bidón con tres maderas que Enrique llama estufa. De frente es un mendigo borracho con los ojos pequeños, barba y medio calvo que fuma con un guante puesto y otro quitado. De lado, cuando te invita a sentarte junto a él, un pensador que se ríe con tres dientes, un madrugador al que le gusta “la leche muy caliente con coñac” y un sentimental que recomienda las tres películas de su vida: Casablanca, Memorias de África y Marcelino Pan y Vino.

2 comentarios:

Marta dijo...

Preciosa descripción. Me habias hablado de este hombre tan entrañable, pero no había leido lo que habias redactado. Me ha gustado mucho

PD: no sé porqué pero el final de las frases no se leen bien, lo digo por si puedes arreglarlo.

besitos!!

Marie... dijo...

Solucionado :)
Era problema del formato, al copiar y pegar directamente de otro archivo.
Gracias Martaaa