El miércoles fue un día feo, feo
por el tiempo, porque se viene el otoño; y feo porque a veces las
obligaciones y dilaciones externas te superan. En ese tipo de días sólo
quieres salir corriendo a casa, a algún lugar sagrado (seas o no
creyente), para esconderte donde nadie pueda encontrarte. Silencio y
calma. Frío, también. Lo que mucha gente busca en una iglesia. Lo que yo
encuentro bajo las mantas o en un museo. Lo malo del museo es que no
puedes arrancarte la ropa y tirarla al suelo como si fueran despojos. Lo
bueno es que, en ese momento de susceptibilidad, el arte puede
arroparte o calar en ti de manera aún más profunda que lo habitual.
En mi huida de todos y de nadie me escondí en el Subte (una sala de exposiciones de
Montevideo cuya web no está actualizada). En esta sala suele haber tres
exposiciones: la de la sala grande XL (no me interesó), la de un
pasillo muy estrecho excavado en la pared XS, y la sala mediana M.
En la sala M hay una muy interesante exposición de Cathy Burghi, una artista uruguaya residente en Francia. Se titula 'Desbordados' y el nombre no podía irle más acorde. Consiste en una escultura blanda, una casita blanca de la que salen como hilos gigantes, espaguetis o gusanos rosados; y una exposición de pequeños cuadritos bordados. No es arte textil, porque los soportes sobre los que se construyen los dibujos no son telas, sino lienzos. En definitiva, son dibujos que podrían estar sobre una carpeta o una libreta privada, solo que el lápiz es, en esta ocasión, hilo.
Los dibujos comparten con la escultura el uso de colores
pasteles y blancos, rosados y algunos rojos. Son colores asociados a lo
"femenino", como lo es el acto de bordar y como lo es también el tema de
la exposición. Reivindicación o representación, esta es una exposición
íntima y honesta, de la intimidad que toma espacios mínimos de lo
cotidiano o de aquella que imaginamos porque ni siquiera existe, que se
acerca al surrealismo.
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Actualmente en esta sala XS hay una
obra realizada por Ana Paula Rial titulada 'El Jardín de Alicia'. Una de
las paredes está empapelada con mariposas, animales, flores y tonos
pasteles. La autora basa sus motivos directamente de la naturaleza
uruguaya. La otra pared tiene un espejo continuo, en lugar del
empapelado, algo que sólo descubres cuando entras en la sala, cuando
entras te ves reflejado dentro de la obra. Y me gustó, porque en esa
sala minúscula, en aquel miércoles de mierda, yo fui primavera.
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