martes, 13 de agosto de 2013

Javier Silva Meinel: 'Más allá de lo documental'

Javier Silva Meinel es un antropólogo de su propia tierra, de su propio país. Nacido en Lima en 1978, lleva cuarenta años fotografiando Perú con la calma del viajero viejo, del que estudia, conoce y profundiza antes de tomar la foto, antes de concluir el trabajo. Además, es uno de los responsables de la recuperación de Martín Chambi (Coaza, 1891-Cuzco, 1973), el gran fotógrafo indígena peruano y referente de la fotografía americana.


Al recorrer la carrera del fotógrafo puede apreciarse que es más que un trabajo de antropología; es un viaje iniciático desde la actualidad a las raíces, como médium y chamán más que como retratista.

Además de los elementos técnicos o de composición, uno de los aspectos que dotan a su fotografía de tanta fuerza es la complicidad lograda entre fotógrafo y sujeto. Al igual que Pierre Gonnord con sus protagonistas, los fotografiados de Silva Meinel quieren ser parte de la imagen, confían en el fotógrafo y se muestran orgullosos. Algunos muestran el rostro y otros aparecen de espaldas con un pez gigante sobre los hombros, pero es quizás esa parte de sí la que ellos quieren mostrar, con la que se sienten representados.

Los retratados de Pierre Gonnord -fotógrafo francés afincado en Madrid- son personas en situación de calle a los que el fotógrafo conoce casualmente y a las que invita a pasar por su estudio. El retrato no se consuma hasta que el propio retratado no desea ponerse frente al decorado.

Sin embargo, el telón de fondo de Silva Meinel es móvil, va junto al fotógrafo o aparece en el propio lugar. En ocasiones es una tela blanca de pequeño tamaño que trasciende su función del telón de tapar el fondo; y se sitúa en un plano intermedio, junto a los protagonistas. El paisaje enmarca a la tela y la tela enmarca al protagonista, porque el retratado no es él sino con su entorno, como ocurre en las imágenes "Horacio" o "Padre e hija".


Silva Meinel es un fotógrafo de organismos vivos: peces, pelícanos, caballos, personas; o de aquellos que en algún momento lo estuvieron, como el feto de un llama, la cabeza de un caballo o el feto de un animal no identificado crucificado. Imágenes que provocan perturbación, extrañamiento y rechazo en el espectador occidental, pero que son ejemplo del sincretismo religioso peruano, resultado de la unión entre la herencia española católica y los cultos primigenios. El tipo de animal, por supuesto, depende de la zona y las tradiciones. En sus últimos retratos de Iquitos, realizados en 2003-2004, los peces son el elemento recurrente, se hilan para formar coronas, vestidos o murallas.

Sin embargo, Silva Meinel no retrata para recordar únicamente lo que se está perdiendo sino lo que sigue con vida a lo largo de milenios. Es el caso de sus imágenes de las líneas de Nazca o del Machu Picchu, donde la luz parece emanar de la propia montaña. Es un Machu Picchu sin gente, sin turismo, la cara opuesta de lo que registraría Martin Parr. La montaña con la que sólo se pueden reencontrar los que saben cómo mirarla, y aquéllos a los que la montaña identifica como propios, como chamán más que como fotógrafo.

Meinel son los pueblos indígenas peruanos; las costumbres, comportamientos y sus características, pero su intención y resultado trascienden lo documental. En el fotolibro que le dedica la editorial La Fábrica, Guillermo Niño de Guzmán destaca en el prólogo los elementos mágico-poéticos y los recursos "artificiosos" de luz, como el flash de relleno, que contribuyen a "desrealizar" la escena y privilegiar la dimensión sincrónica.


Este artículo fue publicado por primera vez en El País Cultural (26/julio/2013)

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