miércoles, 10 de julio de 2013

'La vida interior de las plantas de interior', de Patricio Pron

Sean plantas, como en el texto ("Rododendro, tradescantia, tillandsia, Bromelia") relacionado con el título del libro, humanos diversos o el propio autor, gran parte de los relatos llega como una piedra lanzada a las vidas de sus protagonistas y las atraviesan.

En ocasiones ese objeto arrojado cruza no solo la realidad de varios individuos sino varias épocas. En el cuento "Como una cabeza enloquecida vaciada en su contenido", la piedra es la masa que en una época es peluca, antes fue jersey, aún antes petróleo, y en otra, en su origen, animal prehistórico. Mientras que en "La Cosecha", ese motor es el sida contagiado a un actor porno. Relato que, en comparación con la calidad de la mayoría de los cuentos, deja un sabor levemente amargo como cierre del libro.

Los textos en primera persona no solo hablan del autor, sino de la literatura, su proceso creativo y su círculo vicioso de actores (lectores, aprendices, críticos…). En el relato "Un jodido día perfecto sobre la Tierra" el narrador descubre a los aspirantes a escritores la mecánica de los concursos literarios, la cantidad de libros malos que repiten la misma estructura o el juego de estrategia e influencia que son los debates del jurado. Aún después de la "denuncia" y la revelación, queda lugar para la pequeña historia.

"Algunas palabras sobre el ciclo vital de las ranas" es un homenaje a los escritores consagrados y sus influencias. Pero también a las envidias y a los errores de la falta de autoestima de los escritores de la periferia: "Se convertían en escritores capitalinos de pleno derecho, es decir, en escritores que sólo escribían sobre la capital y sus problemas, que pretendían pasar por los problemas de una ciudad pobre del sur de Europa y no por los de una capital latinoamericana, que es lo que aquella ciudad realmente era."

Tanto en los relatos en los que Pron juega con el orden de la narración, con los puntos de vistas o la línea temporal, como aquellos más tradicionales ("Diez mil hombres", "En tránsito"), los textos nunca se quedan en un ejercicio estético. Pron narra y engancha.

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