domingo, 12 de abril de 2009

Alegría ahogada en alcohol _____________________

El fantasma del alcoholismo vuelve a tomar cuerpo en la adaptación teatral de la película Días de vino y rosas de Blake Edwards. La británica Tamzin Townsend dirige esta obra dramática en la que la alegría de una pareja joven, feliz y triunfadora se va ahogando en alcohol.

Autor: J.P. Miller
Versión: David Serrano
Dirección: Tamzin Townsend
Intérpretes: Silvia Abascal y Carmelo Gómez

Teatro Lara. Madrid. 15- 28€.
Fecha: 20 de marzo (22.30)

Sandra y Luis se conocen en el aeropuerto rumbo a Nueva York, se casan y tienen un hijo. Todo parece ir bien hasta que la bebida se convierte en la única actividad que les mantiene unidos. Estos dos personajes, protagonizados por Silvia Abascal y Carmelo Gómez, representan dos modelos de bebedores: el social y la bebedora compulsiva. A él no le gusta beber solo y ella, todo el día en casa, lo hace para difuminar su soledad.

Días de vino y rosas es una obra que comienza con el guiño y la risa del espectador, al identificarse con las cómicas y tópicas formas de ligar que emplean los personajes; pero que se adentra poco a poco en el grave problema del alcoholismo. La sutileza con la que va cambiando la expresión en la cara del público que llena el teatro Lara, refleja la maestría con la que los actores han perfilado la psicología de los personajes. Carmelo Gómez conquista su personaje y saca, de lo que solo parece un borracho, un “despojo social”; un buen hombre con rincipios que lucha por su hijo y sale adelante. Luis se confiesa ante el público y les hace partícipes de una reunión de Alcohólicos Anónimos. En su monólogo convence a los espectadores, quienes perdonan sus errores y le dan la absolución. Sin embargo, el personaje dulce de Sandra, inocente e impulsiva, sufre el proceso contrario, se vuelve más ruin y se exculpa pensando que fue Luis en que la introdujo en ese mundo.

El inicio cómico y la tensión dramática final se enlazan con una línea temporal que baila en su parte central pero que el hilo musical remienda con las versiones el tema de Louis Armstrong “What a wonderful world". La escenografía y la iluminación crean cuatro espacios en los que se desarrolla la acción. Sencillez que permite los rápidos cambios de situación y que se integra como una ventana en el pequeño e íntimo teatro Lara.

Días de vino y rosas es una obra de conciencia social que consigue dejar en la punta de la lengua el regusto amargo de la pregunta “¿y si fuera yo?”. El teatro no es la pantalla de televisión en la que aparecen borrachos y drogadictos marginales del que no se conoce origen, sino que se parece más a un espejo, donde el público se adentra de la mano de Tamzin Townsend en la vida de una pareja de clase media felices con la que se identifican. Humanidad y profesionalidad para tratar un importante problema en la sociedad actual por el que el arte ha pasado de puntillas. Una obra de sonrisas y lágrimas para ahogar, a la salida del teatro, en un buen zumo de tomate.

1 comentario:

Paco Nadal dijo...

Hola Marie. Estaba dudando sobre si ir o no a ver esa obra, pero con tus comentarios... en cuanto regrese a Madrid voy a verla. Gracias por tus opiniones en el debate papel-digital. Lo que espero es que, con uno o con otro, sigamos viajando durante muuuucho tiempo. Un beso.