Cuando era pequeña estudié en un colegio de curas, por lo que encontrarte estatuas y imágenes de santos por los pasillos no era nada extraño; pero especialmente recuerdo una estatua de la Virgen de Gracia de escayola, completamente blanca y que tenía la propiedad de seguirte con la mirada a cualquier lugar del patio en el que estuvieras. Eso me inquietaba.
Sin embargo, esta propiedad de algunos retratos ahora me fascina. Siento que el pintor, fotógrafo, escultor,... el artista, para no excluir a nadie, ha conseguido que esa mirada traspase la cámara, traspase el marco y nos toque. Ayer tuve la misma sensación. Un viejo con bigote y el pelo revuelto me observaba desde la otra pared de la sala. Una mirada que llenaba el encuadre de miseria y tristeza.
El fotógrafo es Walker Evans y la foto está en una exposición del artista en la Fundación Mapfre hasta el 22 de marzo. Recomendada queda para aquellos a los que les guste la fotografía, o a los que les inquieten las miradas de santos.
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