Hace seis meses nos despedimos de nuestra adorada Latinoamérica viajando por Bolivia con una pequeña cámara lomo. Es una ojo de pez que, en el camino de sal y en las islas de sol, perdió su incluso el visor. Estas son algunas de las 29 fotos que tomamos en aquel mes de junio.
No sé por qué esperamos tanto tiempo para revelarlas, pero la falta de tiempo (aunque exista) no fue el motivo. Quizás fue el inconsciente interés por mantener la magia, o para que esos instantes se terminaran de develar en nuestra memoria.
No hay nada más mágico que la fotografía analógica, y la magia reside en su l1imitación. La limitación de fotos que hay por rollo, o lo caro que sale una imagen mala en comparación con lo que supone repetir 15 veces una selfie con el iphone; y en la limitación temporal: desde que se toma la imagen hasta que llevas el carrete a revelar; y aún entonces, hasta el día siguiente en que vuelvas a buscar las imágenes.
En todo este proceso hay una dulce ansiedad en la espera y una especie de movimiento mecánico al recibir el taco de fotos en las manos que nos remiten a algún momento pasado borroso pero familiar. Una magdalena prousiana, un click en la memoria, la sensación de calor reconfortante.
- La Paz -
- La Paz -
- Uyuni -
- La Isla del Sol -
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